Cuando presenté “Pétalos de luna” en Madrid, junto con Maribel Verdú, Jorge Sanz y Luis Alegre, hablé de la alegría que suponía para mí publicar en ebook. ¡Mi novela en una pantalla! “Y al cabo —añadí— ¿no pensáis que el valor de una novela está en la propia novela (el lenguaje, la historia, los personajes, las emociones que es capaz de causar…) y no en el formato?” (Por cierto que tanto Maribel como Jorge afirmaron que la querían en pantalla, pero en pantalla grande, y con ellos como protagonistas).
Así lo dije y así lo pienso; sin embargo, ahora que ha transcurrido algo más de un año después de aquel entrañable y divertidísimo acto de presentación, y pese a que continúa produciéndome la misma alegría que entonces ver “Pétalos de luna” en un libro electrónico; aspiro (además de a disfrutarla en la pantalla grande), a verla impresa en papel. Aspiro a tocarla, a olerla (como dicen los amantes de las hojas) para que aquellos que aún no leen en formato digital, puedan leer mi novela. Para que nadie de cuantos se han interesado por ella se quede sin leerla.
Empecé así la presentación de la novela:
«Pétalos de luna» es una novela que recuerda la urgencia de actuar.
El II Congreso del Libro Electrónico que se ha celebrado estos días en Barbastro ha puesto también de manifiesto la urgencia de actuar: de unir esfuerzos de libreros, bibliotecarios, editores y escritores; de facilitar la lectura, de dar al lector lo que quiera y donde lo quiera; de crear un mercado de libros único para quienes hablamos el mismo idioma; de dejar de poner impedimentos que lo único que hacen es favorecer la piratería… y de otras urgencias que tan bien ha plasmado Darío Pescador en las conclusiones del Congreso.
Enhorabuena a Fernando García Mongay por idear y poner en marcha este encuentro que no solo invita a la reflexión y a la puesta en común, sino, sobre todo, a la acción. Enhorabuena y muchas gracias por haberme invitado a participar en él. Ha sido muy importante para mí. Fue un lujo compartir la mesa redonda con Antón Castro, Luz Gabás y Esteban Navarro.
Las fotos son del maravilloso artista Álvaro Calvo. Todo un lujo.