Que dominen nuestra palabra, y ya habrán dominado nuestro seso; que nos la cambien, y estarán cambiándonos. No es cuestión de estética y adorno: afecta a las raíces mismas de la vida social. (F. Lázaro Carreter, El dardo en la palabra)
Los alumnos de Primaria de Aragón estudiarán a partir del próximo curso una hora menos de Lengua a la semana.
“Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra un muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba”.
Reproduzco estos versos de Bécquer porque sentí un frío parecido cuando mi padre leyó en voz alta esta noticia en el Heraldo. Una hora multiplicada por el número de semanas que tiene un curso, por el número de cursos y por el número de alumnos, y perderemos la conciencia de donde estamos.
Si la lengua es el instrumento de comunicación del grupo humano que la habla, constituye entonces el factor de cohesión social más elemental: entenderse. La decadencia de la lengua, la ausencia de disciplina en su uso, pondrá en peligro la intercomunicación entre sus millones de hablantes. Mantener la lengua en perfecto estado es una cuestión social; sin embargo, los Gobiernos, que poseen la herramienta decisiva para mantener su unidad, los planes de estudios, desatienden esa obligación. Me pregunto si lo hacen porque saben o porque no saben. Y por más que discurro cuál de las dos causas es más grave, no consigo establecer una jerarquía entre ambas.
Este idioma que nos ofrece a todos un maravilloso repertorio para componer mensajes comprensibles no es solo nuestro (de Aragón), lo compartimos con otras Comunidades y con otros países. Limitar el conocimiento de ese repertorio es privarnos de la capacidad de comunicarnos con la misma calidad que el resto. El español es el segundo idioma más aprendido en el mundo. ¡El primero en California! Un idioma que la gente presume de hablar en EEUU. Si, por este motivo, uno de los objetivos de la Marca España es que en 2020 nuestro país sea un socio fundamental para las relaciones con Iberoamérica, mal se apañarán en ese horizonte los aragoneses que ahora están en primaria con su pobre nivel de español.
Y aún hay algo mucho peor que esto de romper nuestro futuro: arruinar nuestras neuronas. Aprender a expresarse es aprender a pensar. Pensamos con el lenguaje y, si lo usamos mal, pensaremos mal.
Gracias al lenguaje nos entendemos o nos malentendemos, manejamos nuestra inteligencia, transmitimos nuestra cultura… El idioma es el principal instrumento de trabajo de periodistas, profesores, abogados, políticos… Y a los escritores, ¿quién nos entenderá dentro de este territorio?