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Un soneto para Marina

Marina no me cabe en un soneto,
Marina va más allá de la poesía;
ella la abarca, la reta, la sostiene.
Ella es poesía en sus ojos y en su piel.
Son poesía sus gestos.
La elegancia de sus movimientos es poesía.
Nada en ella parece cotidiano:
comer, dormir, estudiar, divertirse, enfadarse, reír…
Lo que hace cualquiera a los dieciséis, que son los que cumple hoy,
Marina lo hace igual pero tan distinto
como el verso lo es de la prosa.

Marina no me cabe en un soneto;
necesita dos, veinte, mil sonetos
y necesita autores de renombre
que vengan a hacer versos con su nombre

Vengan Góngora, Borges y Cervantes.
Vengan Quevedo, Lope. ¡Bécquer, antes!
¡Y que vengan también Aute y Sabina
y compongan una canción para Marina!

(Ella nació para anunciar la fiesta:
En un nueve de agosto el chupinazo
por sorpresa lanzó mi hermana en Huesca)

Vengan Machado, Garcilaso, Urbina.
Porque para cantar a la belleza
tendrán que contemplar a mi sobrina.

Felicidades, mi amor.
Marina