Muchísimas gracias a todos los que me acompañasteis en la presentación de «La sobrina» en Huesca.
Gracias a Javier García Antón y a Roberto Cerdán por sus preciosas palabras.
La primera foto es de Pablo Segura
Domina el lenguaje igual que cualquier escritor quisiera hacerlo algún día. Tiene además un don para convertirlo, si es necesario, en un recurso cómico en sí mismo, y lo hace con la misma sabiduría, con la misma agudeza y elegancia con que lo hacía Cervantes en el Quijote, en los momentos indicados (aún en los más duros y crueles, que es precisamente cuando más se necesita) y con la intensidad oportuna. En ese humor se halla, según ella, la clave de la lealtad de sus lectores; pero hay muchas más cosas: está su prosa eficaz, límpida, depurada que fluye desde el papel hasta la mente y hasta las entrañas de quien la lee. Dice Alicia Giménez Bartlet que espera con ansia cada día que lleguen las ocho de la tarde porque es la hora a la que ella se sienta a disfrutar de sus lecturas, y yo lo que anhelo es encontrame con ella en sus obras. Ya llevo leídas unas cuantas pero no pararé hasta que las complete todas porque cuando se empieza a leer a Barltett ya no se puede parar. Experimenta con nuevos modos de narrar que unidos a la variedad de sus personajes dan como resultado apasionantes polifonías de lenguajes, de estilos orales y de léxico. Leed su última novela, “Hombres desnudos”, y escucharéis un concierto sublime. Crea personajes reales, compactos, libres y dueños de su albedrío a los que respeta y trata con inmenso cariño, a cada uno de ellos. Después de conocerla, una se da cuenta de que no puede ser de otra manera.
Millones de gracias a Ramón Acín, a Bizén Fuster y a la Diputación de Zaragoza por regalarme la oportunidad de pasar una tarde con la grandísima Alicia Giménez Bartlett. ¡Cuánto me divertí y cuánto aprendí!
Jorge Sanz recibió el Premio Rafael Azcona en el festival de cine de Arnedo “Octubre Corto”.
En la sobremesa redonda que precedió a la entrega del Premio, Jorge habló del cine como pasión y como profesión, de su larguísima trayectoria como actor; sin embargo, no habló de los muchos e importantes premios que ha recibido, ni de las numerosas y grandes películas que ha protagonizado, ni de su proyección internacional… excepto para poner algunos ejemplos con los que explicar que todo lo que es se lo debe a los demás.
Las palabras de Jorge Sanz en Arnedo fueron un alegato a favor de la amistad, de la humildad, de la generosidad, de la bondad.
Lo que importa, según Jorge, son las personas con que uno se encuentra en el camino y que contribuyen a forjar lo que uno es.
La humanidad, la generosidad, la grandeza de Jorge Sanz como persona es lo que brilló en Arnedo; lo que brilla siempre en su día a día.
Análogas virtudes pusieron de manifiesto las personas que participan en la organización del festival. Con tan perfecta simbiosis, la celebración, el fin de semana que todos pasamos en Arnedo, no pudo ser más feliz.
Jorge Sanz se incorpora esta semana a la serie de Antena3 TV “Amar es para siempre”, acaba de rodar la película “El pregón” con Andreu Buenafuente y Berto Romero, y en los próximos meses comenzará a trabajar en el rodaje de la segunda parte de “La niña de tus ojos”, de Fernando Trueba.
El Festival de Cine de Arnedo, un cita imprescindible en el panorama del cortometraje nacional, continúa hasta el próximo día 31 de octubre.
En la tertulia canaria del Café Universal, Benito Pérez Galdós arrancaba las hojas del periódico y hacía pajaritas y otras figuras de papiroflexia. También Miguel de Unamuno es conocido por este arte. Hasta inventó una palabra para denominar la «ciencia que estudia las pajaritas de papel»: Cocotología (compuesta por la palabra francesa cocotte, pajarita de papel, y de la griega logia, de logos, tratado). Ramón Acín es el autor de las más famosas pajaritas, las que se encuentran en el parque Miguel Servet de Huesca.
Este cuento va por ellos:
Galdós, Unamuno y Acín
(En el Paseo de Las Pajaritas)
Sentado en uno de los bancos del parque, don Benito acabó de leer el periódico, arrancó una hoja y comenzó a doblarla y a volver a doblarla amasando las superficies hasta que de su meticulosa ejecución de pliegues surgió una pajarita impecable.
—¡Habla, pajarita! ¡Habla! —exclamó don Miguel desde el otro extremo del paseo.
—¡Pensaba que no llegabas hoy!
—El tiempo se detiene en esta hermosa ciudad. ¿Y Ramón?
—Estará ayudando a algún artista en apuros.
Un anciano que pasaba los interrumpió:
—Buenas noches.
—Buenas noches.
—Parecen ustedes de otra época; sin embargo, me resultan familiares.
—Permítame presentarle a don Benito Pérez Galdós. Soy Miguel de Unamuno. Venimos a re-unirnos con don Ramón Acín, a quien estamos esperando. Aquí seguimos los tres en el empeño de perseverar en nuestro ser. Somos el esfuerzo que ponemos en continuar siendo hombres, en no morir.
—Me gusta esta época y esta ciudad —añadió don Benito—. Aquí es fácil emular las dotes observadoras de Cervantes, de Velázquez, de Dickens. Lo inmutable del corazón humano y los ordinarios sucesos de la vida tienen aquí y ahora grandes condiciones de originalidad, de colorido, de forma.
—Yo también escribía —dijo el anciano—. Nunca publicaron mi obra.
—Todavía está a tiempo. ¡Le ayudaremos!
El anciano presentó su novela en el Paseo de Las Pajaritas. Desde entonces, escritores, pintores, artistas de todo el país se citan en este lugar. Recitan poemas, representan obras de teatro, leen novelas… Unos pintan, otros tocan algún instrumento. Hacen tertulias, vienen mecenas. Galdós, Unamuno y Acín no faltan a ningún encuentro.
Miraba “Miradas”, la exposición con la que la Fundación Ibercaja celebra el 75 aniversario de la apertura de la primera oficina de Ibercaja en Huesca.
Miraba las obras que se muestran en el Palacio Villahermosa. Las que acaparaban mi admiración en el instante de la fotografía eran dos acuarelas de Alejandro Brioso. Una vez lo vi pintar en su estudio. ¡Y yo que pensaba que en colegio lo había aprendido todo sobre la acuarela! ¡Qué ingenua! —eso pensé. Me admiró su técnica y también su obra; sobre todo, aquella que se centraba en la figura humana, aquellos viejos sentados en un banco tomando el sol, o la anciana vestida de negro mirando a la ventana.
Hay obras eternas, que van cambiando con el tiempo, otorgando nuevos sentidos a cada momento.
No se parecían en nada aquellas obras de Brioso a las que me descubrió la exposición de Ibercaja. Las nuevas me gustaron todavía más.
Me fascina observar la evolución: en las costumbres, en las cosas, en el arte y, por supuesto, en las personas. No importa que me guste o no el resultado, lo que me maravilla es la transformación misma, el movimiento.
Las obras que se pueden ver estos días en el Palacio Villahermosa poseen lazos ocultos que conectan pasado y presente. Obras eternas todas que, enraizadas en su tiempo y en su lugar, conceden a quien las mira la oportunidad de contemplar el progreso en veintiséis lienzos.
Y si me cautiva la belleza de la evolución, aún más me seduce la de la diversidad. “Miradas” es una ocasión única para conocer Huesca desde visiones diversas, surgidas todas ellas desde un conocimiento muy íntimo de su paisaje y de su alma.
La exposición, coordinada por Fernando Alvira, reúne obras de Ángel Gutiérrez Fanlo, Esteban Escartín, Leoncio Mairal, José María Lanzarote, Fernando Alvira, Fernando Badías, José Alvira, Alejandro Brioso, Josefina Álvarez, José Generelo, José Beulas, Asunción Laplana, Teresa Ramón y Julio Nogués.
La foto es de Javier Blasco.
Así hablaba Luis Buñuel de Federico García Lorca:
«De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero. No hablo
ni de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él. Me parece,
incluso, difícil encontrar alguien semejante. Ya se pusiera al piano para interpretar
a Chopin, ya improvisara una pantomima o una breve escena teatral, era
irresistible. Podía leer cualquier cosa, y la belleza brotaba siempre de sus labios.
Tenía pasión, alegría, juventud. Era como una llama.
Cuando lo conocí, en la Residencia de Estudiantes, yo era un atleta provinciano
bastante rudo. Por la fuerza de nuestra amistad, él me transformó, me
hizo conocer otro mundo. Le debo más de cuanto podría expresar.»
Luis Buñuel, Mi último suspiro.
«Felices 140», la película de Gracia Querejeta, es una obra maestra.
Pasados los días, la historia, los personajes, los diálogos… se hacen presentes inopinadamente y se agrandan en cada ocasión.
Hoy he hecho un euromillón y, si me toca, no pienso decírselo a nadie.
Me parece que todos los amigos a quienes se lo diría se alegrarían y lo celebrarían conmigo; sin embargo, evoco la imagen de los amigos de Elia (maravillosamente interpretada por Maribel Verdú) y… Tal vez Gracia Querejeta quiso lanzarnos una advertencia, un consejo, y, por si las moscas, yo voy a seguirlo a rajatabla.
Es difícil hablar de esta película sin hacer “spolier”; esto ya lo han dicho los críticos oficiales; sin embargo, y aunque no seré yo quien desvele nada que no se haya dicho de la trama, opino que con “Felices 140” sucede como con las grandes películas, no importa que uno conozca el final, ni tampoco importa que se sepa qué va a suceder en cada secuencia; verla, y aún volver a verla, siempre es un disfrute y, de paso, no viene mal recordar y, mejor, detenerse a observar, reflexionar una vez más sobre la complejidad, sobre la imprevisibilidad del ser y de la vida. Tal vez a fuerza de recapacitar, de meditar, de contemplar, a fuerza de examinar los contrastes, los claroscuros; tal vez, cuando la vida nos sorprenda con lo inesperado, cuando todo se confunda, prefiramos inclinarnos por los claros, por la luz. Al cabo, es cuestión de buen gusto.
Hoy he hecho un euromillón y, si me toca, tal vez lo ponga en Twitter y en Facebook.
Hoy hace 117 años que nació Federico García Lorca.
Y los cumple en el corazón de todos los que amamos la poesía, el teatro, la literatura… y, en definitiva, la libertad y la vida.
Quisiera que me cupiese aquí toda su obra, todos los homenajes que le han hecho, los reportajes, los documentales…
Todo para celebrar su vida, su grandeza.
No me cabe aquí todo, pero sí copiaré aquí uno de sus sonetos (Ya sabéis cuánto me gustan los sonetos).
Y dos canciones: “Take this waltz”, adaptación del “Pequeño vals vienés” -perteneciente al poemario Poeta en Nueva York- de Leonard Cohen, y el Romance de la luna luna interpretado por la aragonesa Carmen París.
Feliz cumpleaños, Federico.
El amor duerme en el pecho del poeta
Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.
Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.
Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.
Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!
Me anticipé un día. El cumpleaños de García Lorca es el 5 de junio y no el 4. Pero yo ayer creí que ya era 5. Será que tenía muchas ganas de recordar al poeta, de volver a leer su obra. Un aniversario siempre es una buena excusa para hacerlo.
Ya habíamos terminado de comer cuando Noa, la preciosa hija de María José, ha llegado del colegio. Ha abierto la cartera, ha sacado unas hojas de papel y unos lápices y se ha puesto a trazar algunas letras al lado del gran dibujante. Él le ha pedido una hoja y le ha dibujado una lagartija. No ha puesto su firma pero no era necesario, viene impresa en cada uno sus trazos. Inconfundible Forges.
Cuánto me gustaría que algún día, al leer cualquier fragmento que yo escriba, adivinen que soy yo la autora. Mientras, ensayo, pienso, miro y aprendo de los grandes, de los que ya lo han conseguido.
Ha sido un privilegio comer con Forges, mucho más que un genial dibujante. Aún más que sus dibujos deslumbran su inteligencia, su simpatía y su extraordinaria amabilidad.