El Teatro contribuye poderosamente al crecimiento individual. Fomenta el respeto y la consideración hacia el trabajo de los demás; desarrolla la creatividad, la imaginación y la espontaneidad, la observación, la sensibilidad y la tolerancia, la empatía, el pensamiento divergente y la conciencia crítica.
Ser actor de teatro, pero también ser espectador, es un ejercicio de observación, de escucha, de respeto y de cooperación. Y si es esta una práctica muy recomendable para cualquier persona, lo es especialmente para quienes nos dedicamos a la Comunicación. Pese a que todas esas habilidades se nos presuponen, puesto que forman parte de la esencia de nuestro trabajo; por desgracia, no están demasiado extendidas y muchos confunden comunicar con informar, con defender, con vender… Y comunicar es mucho más: es conversar.
“Los hijos de Kennedy”, la obra que puede verse hasta el domingo en el Teatro Principal de Zaragoza, pone de manifiesto especialmente la función comunicadora del teatro. La obra que dirige Jose María Pou no es solo una exhibición del talento de cinco actores extraordinarios: Maribel Verdú, Ariadna Gil, Emma Suárez, Fernando Cayo y Álex Garcia; es también un reto para el espectador: el reto de escuchar a cinco personajes que uno a uno se dirigen a él y le cuentan su vida. Cinco vidas distintas; historias afectivas, historias de sueños y de decepciones.
El espectador tiene la posibilidad de ejercerse en empatizar con cada personaje. Comprender sus palabras pero también los sentimientos que las empujan y los que empujaron las acciones que se narran. El espectador tiene la oportunidad de inventar un vínculo entre ellas, de crear una sola historia con todas las que está escuchando, y de sentirse parte de esa conversación, de ese acto de comunicación artística que comienza en el momento en que se apagan las luces de la sala.
El Teatro posee una carga intelectual y afectiva importante, pero también la tiene la Comunicación, la buena comunicación. Cualquier forma Arte es una manera de comunicar y los comunicadores profesionales podemos aprender mucho de cada una de ellas. Del teatro, todo.
Gran enunciado sobre el sentimiento que nos produce ser espectadores de una obra teatral,ya desde la época clásica en vigor ,yo creo que es una necesidad de crear obras para describir las emociones humanas,interpretadas por los actores que ponen en escena la creación de un dramaturgo,en todas las cuestiones del sentimiento humano,drama,reflexiones vivencias,comedia,otros países tienen una cultura teatral más extendidas,desde escolares aprenden lo importante que es la cultura teatral,y es magnífico.Gracias María Pilar,un abrazo.
Tienes razón, Antonio. Otros países tienen una cultura teatral mucho más extendida. Es de verdad una lástima que aquí no sea así. Nos estamos perdiendo muchas cosas buenas. Recientemente una antigua alumna de mis cursos me decía que lo que aprendió conmigo le sirvió en infinitas circunstancias, y especialmente, en sus entrevistas de trabajo. Los alumnos de los cursos de teatro se integran de forma activa y placentera en un grupo de trabajo superando las dificultades que supone la expresión espontánea de ideas y sentimientos de uno mismo y la aceptación de las manifestaciones de los demás. Gracias por el comentario y un fuerte abrazo.