Pétalos de luna, de María Pilar Clau, es una novela sin trampas: te cuenta todo desde la primera página. Te da el plan de la obra, el índice. Entonces, ¿qué es lo que mantiene el interés? No lo sé. Hay una trama, una intriga, pero desde el principio se sabe el final. Quizá es que la novela contiene un enigma en cada página, como acertijos ocultos en la sustancia de la prosa, en las tensiones invisibles de las palabras, tan importantes en la novela. Pero no se trata de juegos de palabras o de texto poético, embellecido o rebuscado: es algo más misterioso, quizá el mismo hechizo del lenguaje ante una pasión desgarrada. Si la literatura y el arte son las vías para explorar el misterio del alma humana, Pétalos de luna es una obra maestra. No parece que la autora haya querido complacer las modas ni satisfacer las tendencias de los tiempos, sino contar una historia que reclamaba salir y conjurar un peligro que siempre acecha. En ese sentido es un manual de instrucciones que alerta ante el peligro de los sentimientos y las emociones que se desbocan hacia la persona equivocada. Cada palabra actúa sobre el mundo, cada pensamiento crea el mundo, cada emoción conmociona el universo.
Por lo demás la novela refleja muy bien la distopía interior de 2011, donde ya se había decretado la estampida general y el caos reinaba en los corazones.
Mariano Gistaín