Fue un placer compartir caseta y buena conversación con el escritor Jesús Gil Vilda en la Feria del Libro de Zaragoza. Anoche empecé a leer su novela «A las afueras del mundo» y me está encantando. Os la recomiendo.
Muchas gracias a la Librería Central por invitarme a firmar con ellos mis «Pétalos de luna» y por lo bien que nos trataron. En la Librería Central tienen además la primera novela que escribimos con Mariano Gistaín, «Agua y cielo«.
Y muchas gracias a todos los lectores que os acercasteis a comprar «Pétalos de luna». Deseo que disfrutéis muchísimo de su lectura.
No es nostalgia,
es la antigua ternura que sobrevive a cualquier tiempo nuevo.
Es la tersa alegría, el fuego recurrente, el irse sin adioses, la presencia sedosa de la inocencia.
Es no estar nunca solos en el quicio de los años.
El tiempo recobrado.
Hermanos de tierra y de memoria.
Espejos donde los rostros se miran en las rosas frescas de ayer.
Ráfagas candenciosas de amor y de consuelo.
Escondites, piedras y sangre en las rodillas y en la frente.
La inmensidad de lo fugaz.
La ingenua cordura y los secretos. Las primeras respuestas.
Las balsas, las veredas.
Y, de nuevo, hermanos del principio.
Henos aquí, hoy y siempre.
Cuando oí esta frase en una película de Frank Capra (El secreto de vivir), sentí una suerte de envidia y de tristeza. ¡Qué afortunado! -pensé- Yo no tengo tantos amigos. Sin embargo, el día de mi cumpleaños, cuando empecé a recibir tantas felicitaciones, me acordé de esas palabras y sentí que me pertenecían: Tengo un montón de amigos, que sois vosotros. Soy muy afortunada por contar con vuestra amistad. Me siento honrada, privilegiada, feliz y profundamente agradecida a cada uno de vosotros. GRACIAS
«Felices 140», la película de Gracia Querejeta, es una obra maestra.
Pasados los días, la historia, los personajes, los diálogos… se hacen presentes inopinadamente y se agrandan en cada ocasión.
Hoy he hecho un euromillón y, si me toca, no pienso decírselo a nadie.
Me parece que todos los amigos a quienes se lo diría se alegrarían y lo celebrarían conmigo; sin embargo, evoco la imagen de los amigos de Elia (maravillosamente interpretada por Maribel Verdú) y… Tal vez Gracia Querejeta quiso lanzarnos una advertencia, un consejo, y, por si las moscas, yo voy a seguirlo a rajatabla.
Es difícil hablar de esta película sin hacer “spolier”; esto ya lo han dicho los críticos oficiales; sin embargo, y aunque no seré yo quien desvele nada que no se haya dicho de la trama, opino que con “Felices 140” sucede como con las grandes películas, no importa que uno conozca el final, ni tampoco importa que se sepa qué va a suceder en cada secuencia; verla, y aún volver a verla, siempre es un disfrute y, de paso, no viene mal recordar y, mejor, detenerse a observar, reflexionar una vez más sobre la complejidad, sobre la imprevisibilidad del ser y de la vida. Tal vez a fuerza de recapacitar, de meditar, de contemplar, a fuerza de examinar los contrastes, los claroscuros; tal vez, cuando la vida nos sorprenda con lo inesperado, cuando todo se confunda, prefiramos inclinarnos por los claros, por la luz. Al cabo, es cuestión de buen gusto.
Hoy he hecho un euromillón y, si me toca, tal vez lo ponga en Twitter y en Facebook.
Todos queremos un mundo mejor, un mundo sin guerras, sin hambre, sin enfermedades. Confiamos en la ciencia y en el progreso para que se produzcan los cambios que anhelamos; sin embargo, esa transformación solo se dará cuando cada uno de nosotros miremos a nuestro interior y decidamos sacar lo mejor para darlo a los demás.
Estar en el mundo como cuando estamos en casa. Vivir con todas las personas como vivimos con los nuestros, con nuestra familia, con nuestros amigos. Comunicar: hacer partícipes a los demás de lo que tenemos, de lo que somos (no lo que queremos aparentar), conversar, establecer medios de acceso entre personas, unir…
Los días en que uno comunica, los días en que uno está rodeado de personas a las que quiere y por quienes siente querido son los mejores días del año. ¿Qué nos impide comunicarnos? Ojalá viviésemos así todos los días.
En casa de Mari Carmen y José Luis, en Calamocha, en el mundo. De pie: Javi, Miguel Sánchez, Juan Carlos Meler, José Luis Jiménez, Mayte Roy, Luis Alegre, Andrés Cuartero, Pepe Melero y José Luis Campos. Sentados: Antón Castro, Mari Carmen Layunta, Miguel Mena, Ángel Artal, Mariano Gistaín, Pilar Clau, Loli Torrecilla y David Trueba.
Cada amigo es un universo especial de emociones y experiencias con el cual compartimos una forma única de experimentar la vida. Cuando un amigo nos presenta a la familia, esa indispensable materia prima con la que construimos la vida, esos dos mundos de conexión e intimidad (familia y amigos) forjan una alianza que proporciona al alma una seguridad profunda e incondicional.
Antón, Dani y Cuchi conocieron a mi familia el pasado 19 de enero, y esa fecha quedó señalada en mi corazón. Luis, cuando vino a entregarme el ramo de novia, un 13 de junio, día de San Antonio. El 26 de octubre (el pasado sábado) Antón, Dani (hijo de Antón), Cuchi, Luis, Ángel, Mariano (mi marido) y yo celebramos esa rica unión de amistad y familia gracias a Jorge, que fue quien trajo a los suyos esta vez.