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Si Wert tuviera un huerto de tomates

Que la película ganadora de los premios Goya 2014 («Vivir es fácil con los ojos cerrados») «transpira honestidad moral», como dijo su director, David Trueba, quien también recibió el Goya al mejor director, no solo es una gran verdad, sino que es una de las cosas más bonitas que se pueden decir de una película, de cualquier  empresa y de cualquier persona.

En un mundo donde parece que nos hemos acostumbrado a la mentira, al abuso, a la corrupción, a la falta de educación y de respeto, a la falta de honestidad, cuando aparecen por algún lado la verdad, el respeto, la educación, la honestidad… destacan, resplandecen. Por eso la película de David es una película que estaba destinada a brillar. La honestidad del profesor al que da vida Javier Cámara (Goya al mejor actor), su valentía, su perseverancia a la hora conseguir sus sueños sin dejar a nadie tirado en el camino, su sentido de la justicia… son difíciles de hallar en la realidad en la que vivimos. Y no me refiero tanto a la realidad más cercana en la que vivimos, porque, como dijo David, «seguro que este país es pobre en dinero, en recursos naturales, pero es rico en cierta gente que no tiene ninguna visibilidad y en eso somos responsables la gente del cine y de los medios, la gente humilde que hace bien su trabajo, que son honestos», sino que me refiero a la realidad que vemos todos los días en los medios de comunicación: el poder, los poderosos de este país, se caracterizan justo por lo contrario. ¡Y no digamos nada de los mediopoderosos! Esos observan los mayores defectos de los que tienen más poder que ellos como si fuesen grandes virtudes y se afanan en imitarlos: el mismo grado de servilismo que emplean con sus superiores, lo emplean en mezquindad con los que consideran inferiores.

Me gustó mucho la película, pero la escena con la que más disfruté fue con la del huerto de tomates (lo digo así para no hacer spoiler). Ay si Wert tuviera un huerto de tomates…

¡Enhorabuena David! y ¡enhorabuena, Javier!

Con David Trueba

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Con Javier Cámara

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 “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, dice David Trueba, pero yo pienso que vivir es fácil cuando estás rodeada de gente buena, de gente en la que puedes confiar. Entonces no solo es fácil, es maravilloso.

Y además de maravilloso, vivir es divertidísimo en compañía de algunas personas que, además de bondad, poseen una agudeza y una jovialidad extraordinarias. Una de esas personas es Javier Cámara. Es difícil escucharlo cinco minutos seguidos sin que te haga reír, y dice cosas tan serias como que no debemos tener miedo a no conseguir lo que deseamos, que “hay que dejar que los niños sueñen sin tapujos, sin que nadie les diga que no se puede». Y opina que, aunque en su profesión el talento es importante, lo es mucho más ser tozudo. Yo creo que esto último lo dice por humildad, porque él el talento lo derrocha a raudales.

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Y he aquí más gente encantadora con talento e ingenio:

Los escritores Ismael Grasa y José Luis Melero, ambos también actores en "Vivir es fácil con los ojos cerrados"

Los escritores Ismael Grasa y José Luis Melero, ambos también actores en «Vivir es fácil con los ojos cerrados»

Jorge Sanz, Luis Alegre, David Trueba y Javier Cámara

Jorge Sanz, Luis Alegre, David Trueba y Javier Cámara

Héroes infalibles

Si el profesor Indiana Jones, héroe entre los héroes, puso de manifiesto que la arqueología puede ser una aventura; el profesor Antonio San Román, protagonista de “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, muestra que el inglés también puede serlo. La película de David Trueba me recuerda en muchos momentos a la de Steven Spielberg “Indiana Jones y la última cruzada”, no solo por el desierto de Tabernas de Almería, lugar elegido para los dos rodajes, sino porque hallo muchas similitudes entre ambas.

Indiana Jones se lanza a la aventura de encontrar a su padre, desaparecido mientras buscaba una pista de la ubicación del Santo Grial; Antonio San Román, a la de encontrarse con John Lennon, desaparecido mientras se buscaba a sí mismo. Ambos parten con textos incompletos: Jones, con la mitad de una tablilla de arenisca en la cual (en la completa) hay un escrito en latín que describe el lugar donde se esconde el Santo Grial; San Román, con un cuaderno de letras de canciones de los Beatles a las que les faltan algunas palabras o frases que no ha conseguido reproducir.

No son, ni el uno ni el otro, héroes al uso, superhombres que salvan al mundo. Pero para ser un héroe no es necesario tener poderes extraordinarios, basta con ser una persona buena, creer en unos ideales e intentar hacer lo mejor por los demás. Ambos personajes reúnen estos tres requisitos.

Igual que Harrison Ford parece haber nacido a la medida de “Indiana Jones”, y que nadie mejor que Steven Spielberg habría podido dirigir esta saga; tras ver “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, es difícil imaginar a otro actor protagonista que no sea Javier Cámara, y solo David Trueba ha podido hacer de Antonio San Román el héroe puro por excelencia. Una no puede dejar de preguntarse qué habría sido de los dos adolescentes que le acompañan si él no se hubiera cruzado en su camino.

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